Este tipo de
inteligencia se manifiesta en las personas por su capacidad de interiorizar, de
introspección, de sustraerse y observarse desde fuera. Tiene la capacidad de
captar con mucha facilidad la esencia de las cosas, incluyendo aquellas de
trascendencia. Por lo general son personas que expresan paz y sinceridad; saben
manejar y controlar el estrés y sus emociones; tienen dominio propio y
facilidad para imaginar y tener una visión del futuro a partir del análisis de
la realidad o de otros datos. Este tipo de inteligencia se aprecia en personas
como filósofos, los psiquiatras, los sacerdotes, etc.
El ser
humano en medio de los afanes diarios de la vida está inmerso en situaciones que condicionan su
comportamiento, estas situaciones generan actitudes que al no ser dominadas pueden ocasionar estrés o
inconformidad emocional y producir respuestas positivas y negativas en la
convivencia.
Es por
eso, que se considera de gran importancia que el ser humano como un ser social
y en constante crecimiento, tenga la capacidad de dominar sus emociones en las
situaciones externas de la vida; por muy dominante que sea una situación, el
ser humano como hijo del Eterno debe asumir una actitud resiliente.
Entendiéndose como resiliencia la capacidad de soportar, tolerar y asumir las
situaciones de la vida con fe y esperanza en Dios.
Como
hijos de Dios nuestro comportamiento debe estar motivado por el dominio propio
y al relacionarnos con otras personas debemos reflejar la paz, la sinceridad,
la humildad y el control de nuestras emociones que a la luz del Espíritu de
Profecía se llama “Dominio Propio” y a la luz de la Psicología Moderna se llama
“Inteligencia Intrapersonal”.
En
nuestro ministerio, es fundamental el contacto con otras personas, por eso
debemos tener en cuenta la forma como nos relacionamos y aprendemos a
comprender, interpretar y asumir los diferentes estados de ánimos de quienes
nos rodean; estos conocimientos son necesarios para la labor ministerial que
hemos emprendido, para llegar a asumir actitudes de asesorar, persuadir,
liderar, negociar, mediar, comunicar, escuchar, discernir y entender a las
personas.
El asumir
este comportamiento es manifestar una inteligencia interpersonal que nos
ayudará a manejar una empatía y un carisma que debe ser característico de todo
hijo de Dios.
La
empatía es esencial en nuestras relaciones con los demás y para lograrla es
necesario tener en cuenta el lenguaje verbal y no verbal que comunican e
informan los niveles de relación social existentes.
Zurita,
Ana. El Desarrollo de la Inteligencia Emocional. Editorial Panamón. 2009. Barcelona, España.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario